Hace 10 años, los miembros del equipo de Pal Robotics grababan vídeos demostrativos de sus primeros humanoides en la habitación de un piso de la calle París (Barcelona) donde aparecía una chimenea como telón de fondo. Y se hicieron famosos por ello. “En sucesivos vídeos, siempre se esperaba la chimenea con el robot. El piso tenía un pasillo muy grande y hacíamos que las máquinas caminaran para estudiarlas con detenimiento”, comenta divertido Francesco Ferro, director ejecutivo de la compañía. Hoy el equipo de Pal Robotics está compuesto por 33 empleados, que provienen de 10 nacionalidades distintas, y un 80% de ellos son ingenieros.
Los miembros de Pal Robotics trabajan en un amplio espacio de 1.100 metros cuadrados, en el distrito 22@ (Poble Nou, Barcelona), y conviven con los humanoides que fabrican, dan vida y perfeccionan permanentemente.
Desde esta compañía, defienden que los robots serán herramientas que permitirán mejorar la capacidad del trabajo, ayudarán a las personas enfermas y desarrollarán tareas peligrosas, como desactivar bombas o salvar vidas humanas en situaciones de desastres naturales como la aparición de huracanes y terremotos. Pero los humanoides formarán parte de nuestra familia dentro de 30 años, aproximadamente, ahora sólo se espera de ellos que realicen un servicio público como el que llevó a cabo REEM en el CosmoCaixa: la máquina trabajó de recepcionista, facilitando información sobre el museo y sus actividades. Y la misma función informativa harán los humanoides, próximamente, en hospitales y aeropuertos.
Lo que hay detrás
Pal Robotics es una empresa española, ahora propiedad exclusiva de Francesco Ferro, que mantiene un contrato de exclusividad con Pal Group, conglomerado empresarial ubicado en los Emiratos Árabes Unidos. “Fue esta empresa la que nos buscó, en 2004, a mi antiguo socio Davide Faconti y a mí. Querían que fabricáramos una máquina capaz de jugar al ajedrez de forma autónoma”, dice Francesco.
Los dos italianos se establecieron en Barcelona y conocieron a Joan Oliver y Oriol Torres. Oliver había estudiado ingeniería industrial en la escuela Politècnica de Catalunya (UPC) y se especializó en robótica, mientras que Torres había estudiado ingeniería electrónica también en la UPC. Entre los cuatro, construyeron el prototipo REEM-A, terminado en 2005 tras 14 meses de trabajo concienzudo. Se trataba de la primera máquina bípeda construida en Europa. Tenía la habilidad de caminar, llegar a la mesa, sentarse frente al tablero y saber jugar al ajedrez gracias al sistema Hydra. El proyecto costó 500.000 euros financiado por Pal Group.
Dos años más tarde del REEM-A, Pal Robotics lanzó otro modelo más perfeccionado. Se trataba del REEM-B, un prototipo capacitado con reconocimiento de voz y sensores que le permitían explorar el entorno de forma autónoma además de desplazarse, evitando los obstáculos, sin necesidad de ayuda humana. Y en junio de 2009, llegó el REEM H1, el primer humanoide presentado en público, al que siguió, en diciembre del año siguiente, el REEM H2 –versión mejorada del modelo anterior– en Abu Dabi. La parte superior del ingenio tenía forma humana, pero se movía sobre una base de ruedas e incorporaba una pantalla táctil en el pecho. Con este prototipo, se ganaba en estabilidad, mejoraba la interacción con las personas en espacios abiertos, conseguía reducir los costes de fabricación y también disminuía su necesidad de consumo eléctrico.
El resultado final de todo lo anterior es el modelo REEM, el primero que la compañía lanzó al mercado fruto del trabajo compartido con la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) y con La Salle Ramon Llull. REEM habla 30 idiomas, mide 1,70 centímetros, pesa 90 kilos y puede funcionar hasta ocho horas sin la recarga de la batería. Se gestiona con un mando de videoconsola y tiene los brazos móviles. Cada extremidad puede soportar hasta tres kilos de peso.
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Sector al alza
Pal Robotics ha pasado de contar con cuatro trabajadores a sumar una plantilla de 35 personas y facturar dos millones y medio de euros en un sector con gran potencial de crecimiento para el que se están buscando utilidades de lo más diversas. Por ejemplo, sus robot pueden ser alquilados para eventos, además de estar enfocados a la investigación, entre otros usos.
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